miércoles, 3 de diciembre de 2008

EL ESCUDO ANDANTE - Crónica

Falta poco para encontrarme con Joel, imagino que él tiene mucho que decir sobre nuestro Perú, él que ya ha conocido una cultura europea, él que ya ha gozado de mejores oportunidades que ofrece nuestro país habrá puesto en balanza su país natal con aquel que nos conquistó pero que ahora él está conquistando para formar un porvenir sólido.
Me apresuro en salir del vehículo en el cual viajaba con destino al lugar pactado. El manto de la noche está frío y puede reflejarse en las ventanas empañadas del lugar como si quisieran esconder la intimidad de sus propietarios. Llego a Plaza de Armas, el ambiente está cargado de personas, luces adornan y dan vida a la tenebrosa oscuridad que la noche trae. Me paseo por el lugar, pero no puedo apreciar a Joel. Miro mi reloj y marca las siete y cinco de la noche, con un mal gesto me dirijo a retirarme cuando de pronto me dan una palmada en el hombro diciéndome: “Hey a ti siempre te gusta hacer esperar a los demás” ¿no?
Nos estrechamos la mano seguido de un abrazo y sonreímos. Puedo sentir su aliento a licor fuerte, Joel se caracterizaba por tomar de vez en cuando su pisquito, pero bien peruano como el siempre decía, porque eso de que el Pisco es chileno es puro cuento que los sureños se inventaron para hacernos quedar mal, decía.

Joel Catalán, compañero de toda la vida, pareciera que el tiempo se hubiera detenido en él, con mirada penetrante, rostro admirable y con un cuerpo muy diferenciado hace su presencia con todos los honores. Hombre con profesión de psicólogo y residencia en España desde hace cuatro años.
Luego de andar por uno de los lugares más conocidos de Lima, hago la pregunta de qué es identidad peruana para él. La gente viene y va. Se escucha el bullicio, el aire está frio y él no contesta. Luego… un lapso y la monotonía de la lluvia empieza a caer estrepitosamente humedeciendo rápidamente el inicio de una calvicie segura.
¡Qué rico carajo! No hay nada mejor que estar en tu país. El lugar donde naciste, tomarse un buen pisco peruano, comer un clásico, un suspiro a la limeña, un ají de gallina o su papa a la huancaína escuchando canciones criollas y huaynos. Eso es identidad nacional. Comer lo nuestro, escuchar lo nuestro, conocer los nuestro, saber de nuestros orígenes y sobretodo no avergonzarse de ello. Una de las cosas que más detesto son esas personas alienadas, que rechazan las costumbres y tradiciones de un país, que se hacen de la vista gorda en cuanto a sus orígenes.
¡Carajo! Yo no tengo ningún problema en decir que soy “cholo” y a mucho orgullo.

Luego de caminar por la Plaza Chabuca Granda, Joel se detiene en un carrito mazamorrero y pide dos clásicos pero bien calientes.

Una señora morena de rostro simpático y con una sonrisa nos empieza a servir los postres. Nos sentamos y Joel empieza hablar de su estadía en España, de lo triste que es estar fuera de tu hogar sin poder recorrer estas calles aunque contaminadas pero así es Lima. Con gente ambulante, la tía del Kiosco, el negro del periódico y las caras tan similares que solo encuentras en tu tierra hermano, menciona.
Una de las cosas por la cual nos podríamos identificar. Se encuentra en nosotros mismos. ¿Quieres saber cómo? Luego me pide que observemos detenidamente a las almas que pasan y dice: “Toda persona que pasa, por más fea o bonita, sea blanca, trigueña o negra. Te puedo confirmar que el peruano tiene sus rasgos marcados, sea mucho o poco pero los tiene, ya sea en el rostro, manos dedos” Esa diferencia se nota en otros países compañero y negar eso es falta de identidad, es negar tus orígenes y lo peor de todo es negar y menospreciar a tu país. ¿Por qué necesariamente cholo conlleva a un aspecto negativo? En eso están equivocados la mayoría de peruanos que no adquieren una personalidad definida. Eso también es falta de identidad nacional, menciona.

Todo lo que había mencionado Joel estaba en los cierto, identidad nacional no solo es expresarse mediante la música, comida u orígenes. Identidad Nacional somos cada uno de nosotros, somos pequeños símbolos andantes representando un pasado, un lugar, costumbres y a un pueblo que como los demás quiere salir a flote.

La gente empieza a desaparecer poco a poco. Los escudos andantes se van y también es hora de que me retire rata, afirma Joel con una sonrisa como recordando esos tiempos en los que me molestaba. La lluvia calmó, solo un abrazo y el deseo de éxitos eran necesarios para que de media vuelta y desaparezca abriendo caminos y cortando veredas.
Uno de los chicos más populares y de simpatía con todas las chicas regresaba como un hombre derecho y demostrando tener IDENTIDAD NACIONAL.


Richard Querebalú

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razon, cada uno de nosotros en el extranjero somos enbajadores y debemos deja al Perú bien en alto.

Asi que adar lo mejor de nosotros para demostrar lo mucho que vale nuestro pais.

Anónimo dijo...

Debemos reporesentarnos nosotros mismos y dejemos de ser alienados...